Su silencio es el mío. Sus ojos, los
míos. Es como si ella me conociese desde hacía mucho tiempo, como si
supiera todo de mi infancia, de mi presente, de mi futuro; como si
velase por mí, me adivinase más de cerca, a pesar de que la véo por
primera vez. Tuve la sensación de que era mi mujer. Su tez pálida, sus
ojos. ¡Qué grandes son, redondos y negros! Son mis ojos, mi alma.
Mi vida, Marc Chagall
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