EL ENCUENTRO
Empezamos a hablar
Nos miramos; dejamos de mirarnos
Las lágrimas subían a
mis ojos
Pero no podía llorar
Deseaba tomar tu mano
Pero mi mano temblaba.
No dejabas de contar los días
que faltaban
para nuestro próximo encuentro
Pero las dos sentíamos en el
corazón
Que nos separábamos para siempre.
El tictac del relojito llenaba la habitación
en calma
Escucha, dije, es tan fuerte
Como el galope de un caballo en un camino
solitario
Así de fuerte - un caballo galopando
en la noche.
Me hiciste callar en tus brazos
Pero el sonido del reloj ahogó
el latido de nuestros corazones.
Dijiste `No puedo irme: todo lo que
vive de mí
Está aquí para siempre'.
Después te fuiste.
El mundo cambió. El ruido del
reloj se hizo más débil
Se fue perdiendo –se tornó
minúsculo-
Susurré en la oscuridad: “Moriré
si se detiene”.
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