Klaus Mann, en su autobiografía Der Wendepunkt, cuenta la forma curiosa
en que reaccionó su padre al ver por primera vez a la joven suiza,
sentada a la mesa familiar en la casa de la Poschingerstrasse, en
Múnich.
Contempló a la joven con una mezcla de placer e inquietud, y
al fin le dijo: "Es curioso, si fuera usted un muchacho, la gente diría
sin duda que es extraordinariamente hermosa".
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